¿Cuántas veces te has frenado a la hora de tomar una decisión por miedo al qué dirán? ¿Cuántas veces has necesitado un «me gusta», un halago o una aprobación para sentirte válida? Si estas preguntas te resuenan, quiero que sepas que no estás sola.
La validación externa es como una droga sutil: cuanto más la buscamos, más dependientes nos volvemos. Pero hoy te propongo un reto: soltarla, liberarte de ella y empezar a construir una confianza inquebrantable. No es magia, es un proceso, y aquí te voy a contar cómo dar los primeros pasos.
Identifica el origen de tu necesidad de validación
Para soltar algo, primero hay que entenderlo. ¿De dónde viene esa necesidad de aprobación? Puede que hayas crecido en un entorno en el que se premiaba más el «complacer» que el «ser auténtica». Tal vez, en algún momento, asociaste la validación con el amor o la seguridad.
Ejemplo real: Andrea, una mujer brillante, no podía tomar decisiones sin consultar a todos a su alrededor. Un día, en terapia, entendió que de niña solo recibía reconocimiento cuando obtenía buenas notas o se comportaba «como debía». Eso la llevó a buscar siempre la aprobación externa en la edad adulta.
Reconocer este patrón es el primer paso para romperlo.
Cambia tu diálogo interno: la voz que más importa es la tuya
Si la única voz que escuchas es la de los demás, tu propia voz se vuelve un susurro. ¿Y si empezaras a hablarte con la misma amabilidad y respeto con la que tratarías a una amiga?
Cuando te mires al espejo, en lugar de pensar «ojalá alguien me dijera que me veo bien», dite a ti misma: «Me veo increíble porque soy increíble».
Ejercicio práctico: escribe tres afirmaciones positivas sobre ti cada mañana. No sobre cómo te ven los demás, sino sobre lo que realmente eres. Ejemplo: «Soy fuerte y capaz», «Mis decisiones son valiosas», «Soy suficiente tal y como soy».
Pon límites sin culpa: ser tú misma no es negociable
Muchas mujeres temen poner límites por miedo a ser vistas como «egoístas» o «difíciles». Pero ¿sabes qué? Poner límites es un acto de amor propio. No tienes que decir «sí» para ser querida, ni estar siempre disponible para ser valiosa.
Imagina que una amiga siempre cancela planes contigo en el último minuto. En lugar de sonreír y fingir que no te molesta, podrías decir: «Entiendo que estás ocupada, pero mi tiempo también es importante». Eso no te hace mala persona, te hace una mujer que se respeta.
Equivócate con orgullo: la perfección es un mito
El miedo al error es una trampa que nos mantiene atadas a la validación externa. Si no tomamos decisiones por miedo a fallar, terminamos paralizadas. Y aquí va una verdad incómoda: fallar es parte del crecimiento.
Ejemplo real: Marta siempre buscaba la aprobación de sus jefes antes de presentar un proyecto. Hasta que un día, decidió confiar en su criterio y presentar su idea sin esperar confirmación. ¿El resultado? La aprobaron sin cambios. Había estado esperando una validación que no necesitaba.
Rodéate de personas que sumen, no que resten
Si te rodeas de personas que constantemente critican o minimizan tus logros, tu confianza se verá afectada. Elige bien a tu círculo. Estar con quienes te apoyan, te inspiran y te celebran es clave para fortalecer tu seguridad.
Si una amistad o relación te hace sentir que tienes que «demostrar» tu valía constantemente, pregúntate: ¿me siento bien aquí? Si la respuesta es no, es hora de replantearlo.
La validación más importante es la que te das tú misma
La verdadera transformación ocurre cuando te das cuenta de que no necesitas que nadie te diga lo increíble que eres para saberlo. Tu valor no depende de la opinión de los demás. Tu voz, tus decisiones y tu autenticidad son suficientes.
Hoy te invito a hacer este pequeño ejercicio: cada vez que busques validación externa, respira profundo y dite a ti misma: «Me apruebo a mí misma». Conviértelo en un hábito. Verás cómo, poco a poco, la inseguridad se disuelve y la confianza se convierte en tu nueva forma de ser.
¿Lista para dar el paso? Tú eres más que suficiente. Y lo mejor de todo: ya lo eras, solo que ahora vas a empezar a creértelo de verdad.